-Te conozco –dijo- conozco tu olor. Hace mucho tiempo, sí, pero yo nunca olvido. Sé cómo te llamas.
-¿Un amigo de un amigo, tal vez? –Miré la punta de su lanza con nerviosismo. A diferencia de Pico de Águila, no la balanceaba de un lado a otro.
-No, un enemigo.
-Es un fastidio cuando no puedes recordar algo que tienes en la punta de la lengua –comenté-. ¿Verdad? Y mira que te esfuerzas en recordarlo, pero la mitad de las veces no puedes porque un idiota te interrumpe con chuminadas y no hay manera de…
-¡Cállate! ¡Ya casi lo tenía!
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Por cada vez que visitáis mi blog, y no dejáis un comentario, hay un gato en alguna parte del mundo, que cree que puede salvar la distancia entre dos estanterías...y se cae D:
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