Lo vi en el descansillo dirigiéndose hacia las
escaleras… para bajarlas.
Sacudí la cabeza con incredulidad. ¿Qué le había
dicho de mantenerse alejado de los problemas? Ya había caído derecho hacia
ellos y había arriesgado la vida de ambos. Y míralo, allí estaba, dirigiéndose
derechito.
Está muy bien lo de salir corriendo para salvar tu
insignificante vida, pero al menos hazlo en la dirección correcta.
Levanté la cabeza y emprendí la marcha en triste persecución.
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Por cada vez que visitáis mi blog, y no dejáis un comentario, hay un gato en alguna parte del mundo, que cree que puede salvar la distancia entre dos estanterías...y se cae D:
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